*Este artículo puede contener spoilers de The Substace*

Os voy a cortar el rollo ya de entrada: The Substance es una de las mejores películas de este año. La directora Coralie Fargeat la rompió en el festival de Cannes y en taquillas populares se ganó los aplausos (despues de aguantarnos el vómito en el tercer acto). Margaret Qualley  y Demi Moore nos regalan las interpretaciones más intensas y emotivas de este 2024, pero además se reconoce el buen trabajo en efectos prácticos  - mucho más valorados con el abuso del CGI actual - para mostrarnos el motivo principal por el que pagamos el boleto de entrada: Carne, tripas y sangre.

Seguramente ya os habéis topado con algun que otro meme al respecto, pues la premisa de la peli es facil de seguir: Una persona insegura de su apariencia se inyecta una sustancia para crear una versión más bella y joven de ella. Esta es la capa más superficial de la peli, pues tampoco es una idea que no hayamos visto antes. Sin embargo, es aquí cuando descubrimos otra capa: La obsesión.

No es tanto que nos preocupe envejecer, sino como nos verá el resto del mundo. Elisabeth Sparkle, nuestra protagonista, vive en un mundo donde la apariencia lo es todo. Una máxima replicada hasta el hartazgo por el asqueroso Harvey, interpretado por Dennis Quaid magistralmente. La mayoría acepta que su momento de gloria pasó y se retiran en tranquilidad, pero qué pasa si nos dan a la mano un objeto que sirve como excusa narrativa perfecta: Un líquido para hacernos más jóvenes, eso sí: Con una serie de condiciones que debemos acatar. 

En la película, cada vez que Elisabeth regresa a su cuerpo original, se siente como una resaca, no lo puede aceptar, quiere dejar de ser ella para volver a ser Sue. Ese sentimiento de no encajar con tu cuerpo golpeó fuerte a gran parte de la audiencia femenina, pues es un fenómeno que muchas han sentido. El verse frente al espejo, el notar que el maquillaje ya no es suficiente, entregarse al desespero y la rabia, pues a pesar de que aun recibimos halagos, nuestra propia percepción es por algun motivo, más importante.

Hablando de la sustancia, el proveedor del producto en la peli nunca muestra su rostro, solo conocemos de él una voz semi-robótica, sin sentimientos, es crucial para la directora no dar ningun atisbo de personalidad a dicha voz. Así se hace un simil con las veces que leemos las instrucciones de un producto, simples letras que reproducimos en nuestras mentes, casi como si no hubiera alguien real del otro lado de la linea.

En un punto de la película, todo se vuelve difuso, como un sueño. Es todo tan surreal, que en un momento dejamos de distinguir qué es real y qué es una metáfora. La gente se comporta extrañamente condescendiente, no piden mucho de nosotros, no se extrañan con lo que ven por fuera, siempre y cuando podamos falsear una sonrisa o escondernos detrás de una máscara (metáforas explícitas mostradas en la peli), el resto de esos aduladores nos seguirán la corriente, sin saber que por dentro nos sentimos como un monstruo.

El climax de la película es un festival de sangre y tripas. Monstro Elisue es el nombre que acuña la directora para nombrar al adefesio que no tiene nada en su lugar correcto, es la descripción de una obsesión, la representación exagerada de lo que es la dismorfia corporal, una entidad falsa que ni siquiera debería poder caminar. Pero ahí la vemos: vistiéndose lo mejor que puede, poniéndose una careta y enfrentándose al mundo con el inminente temor de que será rechazada.

El mensaje de la película es quizas la capa de la que menos me gustaría hablar, pero ahí esta: Muchas la han catalogado como 'feminista', pues explora ese temor que sienten algunas chicas con aceptarse como son, el autodesprecio y odio hacia su propia figura el cual es lamentablemente incitado por los ojos más obscenos, representados en la película con un productor de TV tan preocupado por la belleza de otros sin saber lo repulsivo que es él mismo.

La película, a pesar del viaje onírico en el que nos engancha, nos deja algo claro: "Eres una sola", tanto los días en los que nos vemos bellos y otros donde no soportamos lo feo que somos, cada halago que nos hacemos, cada castigo que nos autoinfligimos, ocurre por nuestra propia mano. No necesitamos una estrella en el paseo de la fama, ni posters en un pasillo para saber quienes somos. Opiniones habrá miles, pero cada transformación empieza desde el interior.

(10/10)

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