A pesar de que Sonic sí que cuenta con actores que pueder ser considerado "minorías", las matemáticas no le ayudan al final. Lo cierto es que los cineastas que de verdad sientan una conexión con lo que están haciendo no serán nunca intimidados por dicha regla, y terminarán creando sus películas aun a sabiendas de que podrían no optar al Oscar más codicado de todos. Sin embargo, es innegable que este nuevo reglamento influye en los directores de casting para aquellos que quieren apuntar al prestigio y el "bienquedismo".
A pesar de que debemos mencionar la salvedad de que a Sonic 3 le puede faltar un buen sprint para poder ganar un premio a la mejor película, el solo hecho de imponer dicha normativa y quedar completamente descalificada abre un precedente nunca antes visto en el cine, no hay una verdadera sensación de competencia justa, y se pierde gran parte de la meritocracia que se supone, dichos premios deben representar. Solo queda hacer una pregunta, al final de todo, ¿De verdad se está premiando a la MEJOR PELÍCULA?