El infectado mordió a la madre de Ellie cuando todavía estaba vinculada a ella por el cordón umbilical, antes de que llegase a cortarlo con la navaja que, dicho sea de paso, es el único recuerdo que Ellie conserva de su madre.

Esta coincidencia dio lugar a que, de algún modo, el bebé fuese alcanzado por el Cordyceps, aunque lejos de causarle efectos fatales, le otorgó el don de la inmunidad.

La exposición al hongo fue muy baja para la pequeña, a pesar de que su madre no pudo librarse de un fatal desenlace.

Dicha exposición residual brindó a Ellie la posibilidad de generar un “mensajero químico” (una sustancia que permite a las células comunicarse entre sí, generando una respuesta en la receptora) capaz de engañar al Cordyceps haciéndole pensar que ya está infectada.

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