"Son muy molestos, especialmente en el trabajo. Son como: 'Nah, hoy no me siento inspirado así que llegaré sobre las 10:30 de la mañana", reconocía entre risas la protagonista de El silencio de los corderos.
"O por ejemplo, en los emails, les digo: 'Esto no está bien escrito gramaticalmente, ¿no has revisado la pronunciación?' y me contestan: '¿Por qué debería hacerlo? ¿Eso no supone ponerse límites?'", recuerda. El cualquier caso, aunque se pone muy nerviosa cuando trabaja con ellos, la intérprete les concede una oportunidad. "Necesitan aprender a relajarse, a no pensarse tanto las cosas, a encontrar cuál es su lugar. Y puedo ayudarles a hacerlo, siempre es mucho más divertido que ser constantemente el protagonista de la historia"