Tengo que reconocer que no conocí Virginia hasta hace poco. Y en cierta parte me alegro de ello. Es un "videojuego" que se disfruta más cuando conoces pocos detalles. Si eres avispado te habrás dado cuenta de las comillas. Durante los últimos años nos hemos ido acostumbrando poco a poco a experiencias interactivas en las que que nosotros como jugador tenemos básicamente poco que hacer. Simplemente estamos destinados a ir de un punto A hasta el punto B mientras disfrutamos del camino. Por poner un ejemplo tenemos Dear Esther, Everybody's Gone to the Rapture o Firewatch.Este tipo de juegos están dirigidos hacia un determinado tipo de público que valora más una experiencia narrativa que estar machacando botones aleatoriamente. Virginia es una experiencia que apenas dura 2 horas pero que se queda grabada en nuestra cabeza. Su planteamiento es muy simple pero logra tener una personalidad que lo hace ser único. Sin destripar ninguna parte del juego os voy a contar por qué me ha enamorado. Virginia está ambientado en una pequeña localidad. Nosotros somos una agente novata del FBI que tiene que resolver el caso de la desaparición de un chico. Nuestra compañera será la experimentada detective Maria Halperin. Mientras avanzamos en el caso tendremos que seguir una misión paralela que hará que nos cuestionemos nuestras acciones y la moralidad de cada uno de nuestros pasos.Los creadores del juego han reconocido la influencia de series como Twin Peaks, Expediente X o la reciente Fargo y la verdad es que le sienta de maravilla. Hasta una de las canciones del juego hace un guiño sin esconderse a la banda sonora de Angelo Badalamenti en Twin Peaks.La desaparición de un niño solo sirve de excusa para ir conociendo a los personajes, sus motivaciones y su forma de ser. No se nos da nada en bandeja. Es una historia difícil de entender y que puede ser interpretada de diversas formas. Será en compañía de nuestros amigos cuando entendamos algunos detalles que se nos habían escapado. Más allá de eso, la verdad es que es poco rejugable ya que solo esconde unos pocos coleccionables y trofeos anecdóticos por conseguir. Virginia tiene un modo peculiar de ir explicándonos lo que sucede en la trama. Mientras vamos caminando por un pasillo la acción se corta en seco y aparecemos en un coche camino a casa, pocos segundos después vivimos otro corte y aparecemos en nuestra habitación preparándonos para ir a dormir. Los desarrolladores del juego juegan con estas elipsis temporales para dar un ritmo único a la aventura. Si habéis salido de fiesta y habéis bebido mucho puede que de repente aparezcáis en un lugar sin recordar nada de lo que ha pasado. Es algo peligroso y no muy recomendable pero es una buena forma de entender este recurso narrativo. (Bebed, con responsabilidad, chic@s).David Lynch estaría muy orgulloso de las escenas oníricas de Virginia. El juego a menudo son sorprende con escenas paranormales que nos hacen dudar de nuestra salud mental. Son sucesos aparentemente absurdos que esconden una simbología concreta. Nuestro objetivo como espectadores será buscar el nexo entre estas escenas y tomar nuestras propias conclusiones. Los más gracioso es que los desarrolladores del juego incluyen una carta en el menú del juego en el que reconocen que su deseo es que Virginia sea una experiencia confusa. Vamos, que juegan con nuestra cabeza como aquel chico/chica del que nos enamoramos tontamente en el instituto. Virginia decide apostarlo en la narrativa. Lo más curioso es que es un juego sin diálogos en el que los personajes no hablan y en el que apenas hay texto para leer. Los sucesos se nos muestran visualmente con detalles y a menudo bastará una mirada de nuestra compañera para saber que la hemos decepcionado profundamente.Parece algo imposible pero es ahí donde entra en juego un personaje imprescindible de la historia, la genial banda sonora interpretada por la Orquesta Filarmónica de Praga. La música nos acompaña durante las partes más épicas del juego y sabe ponernos los pelos de punta en más de una ocasión. Muchas de las escenas carecerían de sentido sin esos acordes que nos animan a avanzar para saber más y más de lo que está pasando delante de nuestros ojos. Virginia no es una experiencia para todo el mundo. Simplemente tenemos que apretar adelante en nuestro mando y apretar un solo botón durante las dos horas que dura la aventura. Si nos os gustan este tipo de experiencias más cercanas a ver una película o leer un libro no lo disfrutaréis. Precisamente se echa en falta que podamos interactuar con los escenarios y encontrar detalles más allá de los cuatro coleccionables. Durante la primera hora no haremos caso de las indicaciones del camino para inspeccionar por nuestra cuenta y buscar respuestas. Rápidamente nos daremos cuenta de que estamos perdiendo el tiempo. Virginia es una experiencia on rails que nos lleva de la mano de un punto a otro.Hemos jugado a la versión de Playstation 4 y nos hemos encontrado con la misma sorpresa desagradable de siempre. Los juegos desarrollados con el motor gráfico Unity no están bien optimizados en consola y girar la cámara en un simple pasillo vació significa tener movimientos bruscos de cámara. La verdad es que te acostumbras y no afecta demasiado a la experiencia pero algunas personas pueden encontrarlo molesto o llegar a sentar mareos. Virginia es una aventura dirigida a los amantes de lo narrativo que buscan algo distinto en el mundo de los videojuegos. A priori podría parecer que pagar 9.99 euros por una aventura de dos horas es caro pero creedme que es una experiencia completamente recomendable si os gustan este tipo de juegos. Estos últimos meses del año están repletos de shooters y de lanzamientos que apuestan por más de lo mismo. Virginia es un alto en el camino para disfrutar de algo distinto pero cada vez más común en la industria. Siempre recibiremos con los brazos abiertos este tipo de juegos pero entendemos que decidir si merece al pena es algo muy personal.