Mientras intento que el final de la carrera de Historia no acabe de consumir mi existencia como si de una cerilla se tratase, me meto en Youtube para matar el rato e intentar despejar la cabeza. Y tras un rato tengo que decir que menuda la que se ha montado con los micropagos ¿eh? La pifia de Electronic Arts con Battlefront II ciertamente ha hecho que la burbuja explote por todo lo alto y dándo lugar a un espectáculo de acusaciones, contra-acusaciones, excusas baratas, defensas pasadas por agua y mala leche generalizada; Y la pelotera que se montó con Destiny 2 sólo lo agravó. Ahora toca reparar las reputaciones de unos y otros, aunque a algunos parece que el tema de DLC, micropagos y pases de temporada se la trae un poco muy floja. Os estoy mirando a vosotros, Activision y Treyarch, que valiente estupidez la de Black Ops 4. No espabilaréis ni con agua hervida, pero supongo que la pela es la pela.

No obstante acabé tropezando con un vídeo acerca de GTA V, el eterno acaparador de un puesto en el juego más vendido del mes, o trimestre, o lo que sea. En dicho vídeo se mencionaba lo bueno y lo no tan bueno, y el cómo esto se podría reflejar en futuros títulos de Rockstar. Pero... ¿por dónde iba dicho vídeo? ¿Y a santo de qué esa especial atención? Todo a su tiempo, estimado lector, o tarugo que sólo esta matando el tiempo. Antes una pequeña historia.

GTA V no me gustó demasiado. Hace mucho tiempo probé y le metí una horas a GTA San Andreas, pero la última entrega de la franquicia no me convenció. Lo probé así por encima en PS3, pero yo personalmente prefería ver a mi hermano pequeño jugarlo mientras me distraía con otra cosa. La historia de un jugador me gustó, y los tres protagonistas me parecieron unos personajes del copón de la baraja, pero la cosa cambió cuando se pasó al modo online tras acabar la campaña. Un personaje más soso que el pan sin sal y un objetivo final tan lejano y tedioso como superfluo, ser el más rico y adinerado de Los Santos. Pues nada, allá que fue, pistola en mano y haciendo misiones de poca monta. Dichas misiones fueron volviéndose más complejas progresivamente, y la paga más alta, y las armas más potentes y sofisticadas, y los vehículos más potentes y versátiles y numerosos, pero llegó un momento en el que la progresión se rompió, el dinero no daba para ese coche nuevo, esa arma más potente, una casa nueva más grande o algún vehículo reforzado introducido a posteriori para superar las misiones con más facilidad. Y al final, mi hermanísimo echó mano de la tarjeta de crédito. Sip, compró una de aquellas "shark cards".

Y aquí es donde todo converge. El rato que maté en Youtube, el follón de la microtransacciones (y en algunos casos macrotransacciones) y mi historia pasada. Los micropagos de GTA Online eran, a largo plazo, inevitables. Si el jugador quería un tanque nuevo, ese helicóptero que tanto facilitaba las misiones, esa arma nueva capaz de diezmar un regimiento de policías de un único tiro... no llegaba la pasta, y las únicas maneras de conseguirla era o bien metiendo infinitas horas en misiones insulsas y repetitivas, o pasar por caja para la tarjetita de dios. Y aquí entraba en juego otro factor, la comunidad. Una comunidad que se dedicaba a joderse los unos a los otros y a hacerse la puñeta en una carrera armamentística infinita para ver quién la tenía más grande, nueva y cara. Y estoy hablando de armas, malpensados. Pero dejando los chistes a un lado, esa actitud de la comunidad incitaba a los micropagos. ¿Te acaban de dejar como un sello con un vehículo que parece el hijo bastardo de un todoterreno y un tanque? Una pena, pero mira ese lanzacohetes aniquilador de la muerte, lo matarías en nada. Pero parece que no tienes el dinero necesario, así que o metes más horas aguantando a gente así o pasas por caja. ¿Te acaban de joder la marrana con un caza supersónico? Que mal colega, pero mira ese avión de combate nuevo, es justo lo que necesitas para cobrarte esa dulce venganza. Pero estamos en las mismas de antes, no te llega la pasta. ¿Pasas por caja? Fantástico, serán 38 euros.

Porqué sí, damas, caballeros y demás fauna del lugar, en las dichosas tarjetitas de los tiburones podía llegarse a pagar el dinero que costaba comprar el juego nuevo, valiendo la más cara 75 euros. P*tos 75 euros, ni más ni menos.

No quiero alargarme demasiado, pero mirando atrás, después de todo esto, me atrevería a decir que quizá el origen de las famosas cajas de botín no esté donde todos creemos que está, o al menos todo el origen. Pero después de todo lo ocurrido se me hace increíble el negocio que logró hacer Rockstar sin que prácticamente recibiese reproches por ello. Y si la memoria no me falla, que puede pasar, allá por 2013 títulos como Call of Duty no se atrevían a más que unos discretos camuflajes. El modo online del título marcó un antes y un después para la compañía, no hay más que ver el ritmo casi nulo de títulos lanzados tras eso, y si bien todo el fiasco de las famosísimas lootboxes ha forzado a muchos a tomar medidas cuando no ha propiciado la intervención gubernamental, mucho me temo que esto pueda acabar afectando a futuros lanzamientos de Rockstar. Es una visión pesimista, sí, pero tras este repaso mucho me temo que convendría tener una sana dosis de escepticismo.

Muchas gracias por leer, y que pases un buen día.

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