El éxito muchas veces suele estar empaquetado en las envolturas más extrañas, y el mejor ejemplo de ello es Goat Simulator. Tal y como vaticina el título, es un sandbox sin pretenciones que hace gala de su nombre: Controlas una cabra que hace todo el caos posible sin más. No hay una narrativa intrínseca ni mecánicas revolucionarias en el juego, pero los usuarios se lo pasan tan bien que no hace falta nada más.
La rareza del título también sirvió como promoción en su momento. Era un juego desarrollado por el entonces pequeño Coffee Stain Studio. No venían con la intención de reinventar la rueda, pero le dieron al público algo que no sabían que necesitaban. Han pasado 10 años desde su estreno en Abril de 2014 y el auge de la ahora franquicia es de admirar.