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Los silenciadores no son tan callados como en las películas
GALERÍA: 6 mitos que nos hemos tragado por culpa del cine

Las armas de fuego y los tiroteos son una fuente de mitos importante gracias a cómo se representan en el cine y la televisión. Con el fin de aumentar la espectacularidad visual y de servir a la historia y lo que conviene que suceda, la realidad funciona de manera muy distinta.

Y uno de los muchos mitos al respecto es lo poco que se oye un silenciador. Es verdad que estos dispositivos disminuyen el ruido del disparo, pero no tanto como pensamos. De hecho, un silenciador sería escuchado en muchas más ocasiones de las que nos muestran las películas.En YouTube se pueden encontrar multitud de vídeos sobre cómo suenan en realidad, demostrando que el ruido es mucho mayor.

El cloroformo tarda varios minutos en hacer efecto
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Otro clásico del cine de acción, cuando quieres quitar a alguien de en medio sin que nadie se entere, es empapar un pañuelo en cloroformo y que el otro lo respire.

Es cierto que, si inhalas esta sustancia, acabas perdiendo el conocimiento, pero tardando entre 2 y 5 minutos. Ya en octubre de 1865, la prestigiosa revista ‘The Lancet’ retó, en sus anotaciones médicas, a quien pudiera dormir en segundos a alguien con cloroformo empapado, debido a que el compuesto estaba adquiriendo esa inmerecida fama. Nadie lo consiguió, claro.

Un cuerpo humano no para una bala
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Volviendo a las armas de fuego, he aquí otra escena típica, donde los malvados, sobre todo, usan escudos humanos para protegerse de las balas. Pero lo cierto es que el cuerpo humano no es capaz de detener un proyectil que tenga un mínimo calibre. De modo que no resulta una buena cobertura tras la que ocultarse.

De hecho, muchas estructuras tras las cuales se refugian héroes y villanos en los tiroteos, como, por ejemplo, la puerta de un coche no blindado, no detienen los proyectiles.

Saltar al agua no es tan inofensivo como parece
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¿Cómo consigues que el héroe escape de una situación peliaguda? En muchas ocasiones, la solución es que salte al agua desde una gran altura. Con eso, todo queda arreglado y nuestro personaje emerge, un par de escenas después, mojado, pero ileso.

Lo malo es que, en la vida real, saltar al agua es mucho más peligroso de lo que parece. Según la revista ‘Current Sports Medicine Reports’, apenas 10 metros de altura suponen caer a unos 60 kilómetros por hora. Lo que puede ocasionar graves heridas si no se entra en el agua con la técnica adecuada.

Los mejores saltadores adoptan una postura erguida con los pies por delante, que les haga entrar como una flecha con muy poca superficie que ejerza resistencia. De hecho, si recordamos aquellos veranos en la piscina, saltar en plancha desde el borde ya dejaba un buen recuerdo en forma de escozor.

La reanimación cardíaca no funciona tanto como en las películas
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Y, en caso de hacerlo, la persona tampoco revive fresca como una rosa y dispuesta a seguir con la trama como si nada.

Lo cierto es que, según los datos, si estás fuera de un hospital, la reanimación cardio-pulmonar (RCP), funciona alrededor del 12 % de veces, Mientras que en un entorno hospitalario, mucho más equipado y con profesionales, puede hacerlo entre el 24 y el 40%. Si examinamos las películas, el fracaso en la reanimación parece algo extraño, pero es lo normal.

Un coche no explota tan fácilmente
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Lo hemos visto miles de veces. Llega el personaje de turno, agujerea el depósito de gasolina, enciende una cerilla y… A esperar a que el fuego llegue al tanque. Pues bien, esto provocará un incendio, sin duda. Pero el coche ni va a saltar por los aires ni habrá una combustión digna de Hollywood. Pero claro, en las películas siempre queda mejor ver una gran explosión. Un simple incendio sería mediocre.

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