Es indudable que Geoff Keighley ha logrado forjar a pulso un emporio dedicado a la promoción de videojuegos. Pero una de las quejas más razonables que ha recibido en los últimos años tiene que ver con el precio requerido a las compañias para aparecer en su Summer Game Fest.
Es apenas justo decir que el hombre es dueño de su espacio, y todo aquel que quiera hacer negocios con él, conoce las condiciones. ¿Pero no se estará pasando un poco?